La Soledad
Existe una palabra en latín: “gregarius”, en español ‘gregarios’, que nos habla de la naturaleza que poseen algunos animales para agruparse o vivir en manada; como es el caso de las hormigas, abejas, ovejas, elefantes, pingüinos, delfines, por mencionar algunos.
Los humanos, poseemos una naturaleza semi-gregaria, ya que en ciertas circunstancias necesitamos de la socialización para desarrollarnos, sentirnos bien y estabilizarnos; pero en otras, requerimos de un retiro para meditar; a esto último, no le podemos llamar soledad, porque la soledad, no es estrictamente el aislamiento o alejamiento de las demás personas, sino el extravío interno o la discrepancia que tenemos en el nivel de contacto que necesitamos con nosotros mismos y los demás.
El problema del ser humano, es no saber manejar estas dos necesidades (socialización y meditación). El hombre y la mujer, experimentamos soledad cuando requerimos de convivencia y socialización, pero optamos por encerrarnos en nosotros mismos.
De igual manera, cuando nos encontramos chocando con otras personas o entramos en conflictos sociales, es una señal que nos invita a buscar un poco de intimidad, meditación o autoanálisis, para poner en orden nuestra naturaleza humana y las bases que rigen la socialización: respeto, tolerancia, humildad, comprensión, etc.
Las dos condiciones (socialización e intimidad personal) son necesarias, sólo debemos saberlas manejar. Hay personas que cuando necesitan estar solos, buscan compañía; y cuando requieren compañía, se entregan a la soledad (recuerda que la intimidad personal no es soledad).
Las fórmulas para aplicarnos en lo que necesitamos, son sencillas. Hay quienes se sienten solos porque simplemente están solos, y por lógica natural deberían darse cuenta que se están transformado en ermitaños, y sobreexplotando el aislamiento, olvidándose de su naturaleza gregaria o de su necesidad por convivir y agruparse con otras personas.
La naturaleza gregaria, es la que nos impulsa a empatar con los demás para lograr los beneficios que sólo se encuentran en la socialización y el trabajo en equipo.
La meditación o introspección nos permite conocernos a nosotros mismos y medir las condiciones para la socialización. Una vez que comprendemos estos valores fundamentales para la interacción, somos materia dispuesta para el aprendizaje, lo que nos lleva a un desarrollo para superación personal y por lógica: grupal, familiar, social e institucional.
Existen muchas personas que sufren de soledad, porque no socializan, y en la mayoría de los casos, porque no cuentan con habilidades para ello. La inteligencia emocional, es clave para la socialización, porque nos lleva en un recorrido por el autoconocimiento, el autocontrol, la automotivación, la empatía y el desarrollo de habilidades sociales.
Es un error considerar que se puede vivir sin convivir, sin socializar y sin tener pertenencia grupal. Como también es un error, pensar que no necesitamos de la meditación o del autoanálisis.
Procura prepararte en tu intimidad, estableciendo un encuentro contigo mismo(a) y con la supremacía divina para que te transformes en una persona enseñable, sociable, carismática y productiva, explotando al máximo tu naturaleza semi-gregaria.